PiedraHita

Publicado por Admin - Octubre 7, 2025

Los relojes digitales son tan sinceros que no saben mentir la hora: te la escupen sin rodeos, sin agujas que disimulen. Y aun así, siempre llegamos tarde. Las tostadas caen por el lado de la mantequilla porque la vida tiene sentido del humor y un pacto con el suelo.

Dicen que el dinero no da la felicidad, pero ¿has visto la cara de un niño con un billete de cinco euros y una máquina de bolas de colores? No se puede ser más feliz ni más irresponsable al mismo tiempo.

Los calcetines desaparecen en la lavadora porque en el fondo se quieren. Se van de viaje de novios a un universo paralelo donde la ropa interior es libre y los detergentes no juzgan.

El mando a distancia es la varita mágica de los adultos. Da poder, da esperanza, y sobre todo da discusiones. La tele no une a las familias, solo sincroniza sus silencios.

Los lunes son una especie de domingo que ha perdido la fe. Y los viernes, un martes que ha aprendido a bailar. La semana laboral es una tragicomedia escrita por alguien con sueño.

Los bolígrafos prestados tienen un GPS emocional: saben perfectamente cuándo no van a volver. Por eso, cuando te devuelven uno, hay que sospechar.

Hay dos tipos de personas en el mundo: las que saben doblar las sábanas ajustables y las que aceptan el caos como forma de vida. Yo estoy en el segundo grupo, y cada vez somos más.

Las neveras tienen un misterio que debería estudiarse en teología: ¿por qué cuanto más las abres, menos cosas hay que comer? El milagro inverso de los tuppers vacíos.

Las conversaciones de ascensor son el único deporte olímpico que practicamos todos los días sin darnos cuenta. Subes, sonríes, comentas el tiempo y bajas con la medalla de la incomodidad colgando.

Y al final, la vida es eso: un conjunto de pequeñas tonterías que, miradas desde lejos, parecen importantes. Pero si las miras de cerca, te das cuenta de que ahí está el verdadero milagro: que sigamos riendo.